Este tema ya lo tratamos allá
por el año 2011, pero es algo que no pasa de actualidad y siempre está bien
recordarlo.
Unas veces por
desconocimiento, otras simplemente por cara dura, las zonas comunes de nuestras
comunidades, son origen de problemas entre los vecinos.
Balcones convertidos en
tendederos y/o trasteros, azoteas convertidas en terrazas privadas, jardines
transformados en porches particulares, en definitiva una fuente inagotable de
conflictos.
Conflictos que en muchos
casos, nos hace plantearnos si irnos a vivir al campo, alejados de todo
contacto vecinal, para no tener que soportar al vecino “molesto”.
El abuso y los límites de
este derecho centran las disputas vecinales, debido, como siempre, al
desconocimiento de la legislación que regula la utilización y el mantenimiento
de estos espacios.
La Ley de la Propiedad
Horizontal y artículo 396 del Código Civil, permite que un único vecino
disfrute en “exclusiva” de ciertos espacios comunes, todo ello con respeto a
los demás vecinos y a los estatutos de la comunidad (aquí es donde debe quedar
bien reflejado el privilegio y las consecuencias del disfrute de estos
espacios).
El propietario, que quiera
hacer un uso particular de un espacio común de la finca, debe solicitarlo a la
comunidad y ésta lo debe inscribir en sus estatutos, si lo aprueba la comunidad
en pleno, y es en ese momento cuando podrá hacer uso de dicho espacio
común.
Pero, ¿qué pasa cuando se
produce una “invasión” de zonas comunes?
En cuanto a este
asunto, la Ley de la Propiedad Horizontal, proporciona medios para
combatir estas “invasiones”.
Para ello, primero, se debe
convocar una junta, y facultar al presidente para que realice un requerimiento
por escrito a los infractores, y por último, en caso de no hacer caso,
llegar a juicio.
Los garajes comunitarios son
unas de esas zonas donde se producen más abusos en la utilización de los
espacios comunes.
Un ejemplo: propietario de un
coche mayor que su plaza de garaje y que invade la del vecino.
¿Qué hacer?
De acuerdo al artículo 394
del Código Civil, "cada propietario podrá disfrutar de los lugares comunes
siempre que no perjudique el interés de la comunidad, ni impida a otros vecinos
utilizarlos según su derecho".
En un garaje comunitario, se
considera zona común: el paso, el tránsito y la zona de realización de
maniobras. Pero no el estacionamiento.
Por ello, cuando se da la
situación que ponemos de ejemplo (la invasión por parte de otro vecino de
nuestro espacio de estacionamiento), los vecinos afectados pueden
solicitar al administrador que incluya esta cuestión en el orden del día de la
próxima junta, para reclamar el cese de ese uso “abusivo”.
Si transcurrido un tiempo,
el vecino no cesa en su actitud, podemos acudir por la vía judicial. La demanda
puede ser interpuesta por la comunidad o por los propios vecinos perjudicados.
En caso de optar por la vía judicial, se recomienda pedir un informe pericial
que acredite al juez la existencia de perjuicios.
¿Cuáles son las zonas de
conflicto más habituales provocados por un uso indebido de los espacios
comunes?
La terraza es uno de los
espacios más golosos, usurpados sin derecho para ampliar metros cuadrados de
superficie en áticos. A menos que exista un acuerdo o venga especificado en los
estatutos, la servidumbre de la comunidad impera sobre las necesidades del
propietario particular.
La fachada, al ser un
elemento común, se requiere la aprobación de la junta de propietarios para la
colocación de aparatos, lonas, rejas o cerramientos de balcones, etc. Cualquier
modificación del aspecto exterior de la fachada, requiere la aprobación de la
comunidad.
El patio de luces: Abrir
puertas, instalar barbacoas y, sobre todo, almacenar objetos y/o acumular
bombonas de butano, son los problemas más frecuentes.
No obstante, siguiendo
simplemente el sentido común, realizando las debidas consultas al resto de
vecinos, antes de ejecutar cualquier obra o mejora, inscribiendo en el libro de
actas todas las decisiones que se tomen, sean estas favorables o no, podremos
evitar que nuestra convivencia en las comunidades se convierta en un camino de
espinas, y vivamos en un entorno mucho más agradable.